martes, 11 de octubre de 2011

En Almería

Ciclo Beatles y literatura

Por Manolo M. P.

Adolfo Iglesias es uno de esos tipos capaces de contagiar la pasión que les mueve. Responsable, gracias a su asociación John Lennon Almería Forever, de poner a Almería en el mapa beatlemano mundial, por lo que creo que ya se va mereciendo calle propia. Yo votaría – a pesar de su imposibilidad- por esa que se toca con la de los Beatles, allí por encima del auditorio, y que lleva por nombre de David Bisbal. Ya sé que se trata de distintas consideraciones ante diferentes méritos, en fin.

Ahora que lo tengo como compañero laboral -aunque a media jornada- trataré de estar más al tanto de todo lo que se cuece en el ámbito cultural de la capital, y que uno se ha ido perdiendo durante todos estos años. Aún recuerdo cuando me repensaba lo de pagar la cuota para hacerme socio de la Asociación. Lo fui dejando, lo fui dejando…

Este año sí he podido asistir a estas jornadas Beatles que, con la ayuda de la Biblioteca Villaespesa, han vuelto a recordar a este fenómeno cultural del siglo XX. Como siempre, bien agarrados a esa visita de Lennon en 1967.

Bien que trata Adolfo de que no se le escape un detalle concerniente a todo lo que tenga que ver con la conexión Beatles-Almería; nota al margen en cualquier aficionado de este mundo, pero capítulo central para los que, como él, tratan de hacer de su tierra un sitio merecedor de hacerse notar y sacar la cabeza con algo de orgullo. Ciudadanos ejemplares estos, sí señor, y la labor de amor de Adolfo como ideal a seguir.

Él abrió los actos con la charla que ofreció en la Villaespesa acerca de Los Fabulosos, con la que quiso recordar a los personajes ficticios en las canciones de los Beatles (esos hombres de ninguna parte y locos de la colina, junto a Eleanor Rigby o Rocky Racoon), pero también los reales alrededor de ellos (la madre de Lennon, la novia de McCartney) y, sobre todo, el hecho de los propios Beatles convertidos en personajes, y conscientes de ello, como corresponde a la inevitable consecuencia de haber creado uno de los universos propios más enriquecedores para cualquier disciplina artística.

Adolfo alternó sus reflexiones (me gustó eso de que Lennon es más de fogonazos poéticos, y McCartney más de reveladora prosa) con muestras sonoras para ilustrar, redondeándolo todo con su habitual dispendio (aquí nunca excesivo ni innecesario) de anécdotas beatlemanas almerienses. Entre las mejores, la historia de ese profesor de inglés, Juan Carrión, reverenciado culpable - con su costumbre de enseñar utilizando las canciones de los Beatles-, de que aparecieran por primera vez en la historia las letras en el encarte de un disco de los Beatles. Así pasó porque John Lennon cumplió su palabra, tras su encuentro con él durante el rodaje de Cómo Gané La Guerra; y así fue como el Sgt. Peppers trajo aquella novedad. Adolfo apostaría su corbata del Revolver a que, de haberse celebrado ese encuentro con Paul, a buen seguro que el reverenciado profesor habría sido convertido, por mor de su evocativa prosa, en personaje central del disco. La historia nos la volveríamos a encontrar pocos días después, con motivo de la visita a la finca Santa Isabel.

Tras la charla, se proyectó en la sala esa película de Richard Lester que fue la culpable de la estancia de Lennon en Almería entre septiembre y noviembre del 67. No me quedé a verla.

Eso fue el miércoles día cinco. El viernes tuvo como protagonista a Mario Cuenca, antologista de un libro de relatos que tienen en Los Beatles bien su causa emocional, bien el motivo para el siempre estimulante juego de la obra apócrifa. Con él celebra, como señaló, la unión de dos grandes excentricidades: los Beatles y la literatura.

Se titula 22 Escarabajos, y está editado por Páginas de Espuma. Lo tenía, pero no lo llevé en busca de dedicatoria porque a veces me tomo con desdén este tipo de cosas. Ya mereció la pena saludarlo en persona, agradeciéndole la interesante presentación que ofreció, en la que habló de la ruptura entre la llamada baja y alta cultura que el fenómeno Beatle trajo, y en general del universo de Los Beatles como toda una mitología, coincidiendo con la charla anterior en la relevancia de los personajes creados.

Mario también ilustró con fragmentos de canciones e interesantes valoraciones personales, con alguna recomendación didáctica acerca de esos personajes, posibles protagonistas de nuevas historias si despiertan la creatividad de los alumnos.

La mañana del sábado estuvo dedicada a un “paseo por la mente y los lugares de John Lennon“, como creo que se llamaba la actividad. Los interesados quedamos en la plaza donde se encuentra la estatua de Lennon que reproduce el físico que llevaba en esa época, con motivo de la película, y esa manera suya de sentarse con los pies cruzados para tocar la guitarra.

La actividad tuvo en Adolfo al amable guía, conocedor de las historias de cada sitio en el que nos parábamos porque él mismo las ha ido sacando en todo este tiempo: Hotel Costasol (donde se ubicó en principio al equipo de rodaje); el Gran Hotel (por entonces no existía, pero que en el 71 fue el sitio donde Ringo celebró su cumpleaños); desde ahí en autobús por el Zapillo, con paseo por la calle Gibraltar Español hasta el cercano hostal El Delfín Verde (siguiente asentamiento de Lennon), y tras la charla en pleno paseo marítimo -a la que se unieron temporalmente algunos paseantes y ciclistas-, visita final a la finca Santa Isabel, lugar definitivo de Lennon and company, y motivo de inspiración -con ese impresionante jardín que tuvo en sus buenos tiempos- para terminar de componer “Strawberry Fields forever”. Adolfo se empeñó en apoyar la versión acerca de las impresiones de tan ilustres alquilados que sostiene que vieron el lugar como una casa encantada. Actualmente el sitio alberga el Museo del Cine de Almería.

El paseo contó además con la ayuda de Dave, músico encarnado en John Lennon para la ocasión. Su buen hacer, con soltura a la guitarra y simpatía en los comentarios, hizo aún más familiar la excursión. Forma parte de la banda llamada The Real Me; a ver si me la encuentro alguna vez en algún sitio.

Ahí podía haber terminado la cosa, pero quise acercarme al cine Cervantes para ver la película Nowhere Boy, que Adolfo había recomendado porque refleja la situación familiar del joven Lennon, antes de hacerse famoso.

Menuda decepción… Será que, como veo tan pocas películas, no estoy acostumbrado. No puedo con los lugares comunes, los gestos típicos, el tratamiento superficial, el cine como producto con sabor a palomitas… No lo soporto, y me da igual que sean los prejuicios los que manden (¡asco de voces dobladas, con ese estilo de entonar ad nauseam!). Desde el primer momento me di cuenta de que no me encontraba con algo de interés para el aficionado, como me esperaba. ¿Qué manera es esa de resolver una larga ausencia entre hijo y madre mediante un alegre paseo de feria por Blackpool ¿y eso de que sea la madre la que le abra los ojos al mundo musical, haciéndolo de manera transgresora?

Estuve todo el rato esperando el encuentro entre John y Paul, y luego el de George, y… ¡bah! se nota que lo importante no era nada de esto. Tan solo el abrazo sentido entre John y Paul con motivo de la muerte de sus madres consiguió mantener la atención de este aficionado. Y no soy ningún talibán beatlemano.

Me imagino la historia de un verdadero chico de ninguna parte en manos de alguno de los directores del free cinema británico de, precisamente, aquellos años de formación de nuestro joven airado y… bueno: alguna entraña se habría removido.

jueves, 6 de octubre de 2011

Ciclo Beatle en Almería

Conferencias
Charlas,
Fecha: Miércoles, Octubre 05, 2011 - 18:00

La Biblioteca Francisco Villaespesa organiza un ciclo dedicado a Los Beatles y la Literatura, una aventura en la que habrá cine, conferencias y un ruta guiada, en la que se seguirán los pasos de los componentes del mítico cuarteto de Liverpool, así como la relación de John Lennon con Almería. La programación es la siguiente:

Miércoles

Charla “Personajes en el Universo Beatles”, por Javier Adolfo Iglesias (Periodista y licenciado en Filosofía. Fundador de “Lennon Almería Forever’). 20 horas.

Viernes

Charla "Los Beatles y la literatura", a cargo de Mario Cuenca (novelista y profesor de Filosofía. Editor de '22 Escarabajos'). 18,30 horas.

Proyección de 'Cómo gané la guerra', protagonizada por John Lennon y rodada en Almería. Parodia del cine bélico basada en un libro del mismo título. Narra las peripecias de un batallón inglés de la Segunda Guerra Mundia dirigido por el teniente Goodbody (Michael Crawford) al que ordenan construir un campo de criquet en el Norte de África. Esta película de Richar Lester denuncia con surrealismo y tono teatral el sinsentido de las guerras y el engaño de la épica del cine bélico. 20 horas.

Sábado

Ruta guiada, 'Paseo por la mente y los lugares de John Lennon'. Visita guiada por los lugares de Almería relacionados con John Lennon y los Beatles. El músico inglés David Bailey llevará a cabo la ruta con canciones de los Beatles. / 9:00 horas: Comienzo de la ruta en la Plaza Flores, junto a la estatua de John Lennon, donde habrán de reunirse todas las personas inscritas a la ruta. A continuación bajaremos a pie el Paseo de Almería, deteniéndonos en el Hotel Costasol y, posteriormente, en el Gran Hotel Almería, desde donde tomaremos un autobús que nos conducirá al hostal Delfín Verde, en el Paseo Marítimo. Seguidamente volveremos a tomar el autobús que nos llevará a la Calle Beatles, tras la Térmica. El autobús finalmente nos llevará a la Casa Romero, actual Casa del Cine. Visita guiada al museo. / 14:00 horas: Regreso en autobús a la puerta de la Biblioteca. Inscripción previa a partir del 30 de septiembre. Precio por persona: 3.60 €

martes, 22 de febrero de 2011

22 Escarabajos en Efeme

Texto de CESAR CAMPOY publicado el 22 feb, 2011 en la categoría Rockola, Rockola/Libros

“Merece la pena, sin duda, por algún relato excelente y porque siempre es curioso ver como tratan los literatos a los Beatles, el grupo de pop más literario”

Varios
“22 escarabajos. Antología hispánica del cuento Beatle”
PÁGINAS DE ESPUMA


Texto: CÉSAR PRIETO.


El hecho de que EFE EME –con un afortunado criterio que apela a la inteligencia de los lectores– haya abierto espacio para la literatura me abre la posibilidad de recuperar un libro de hace un año y que no pude reseñar entonces. Y que merece la pena, sin duda, por algún relato excelente y porque siempre es curioso ver como tratan los literatos al grupo de pop más literario. Vamos a ello, lo cierto es que el horizonte de expectativas se trastoca desde la primera narración, una divertida ucronía sobre la muerte de Lennon preparada desde una chifladura peruana.

Porque, extrañamente, apenas aparecen los Beatles como fueron sino como debió ser su historia, ellos en conversación con Kubrick o con Tolkien, un imaginado poeta beat –Apostolakis– que guía su carrera, la recurrencia en lo que haría el asesino de Lennon –y la presencia de “El guardián entre el centeno”, claro– y la sociedad tecnificada que imagina Leopoldo Marechal, caso inexplicable, argentino nacido en 1900 que llegó a escribir un cuento sobre el cuarteto.

Son relatos que ya habían sido publicados y que están perfectamente escogidos por Páginas de Espuma, editora especializada en el relato breve y que domina bien el campo que ha tomado como base. Así que ciertos datos sociológicos son significativos: la gran mayoría de relatos sobre los Beatles se redactan desde autores nacidos en los sesenta, no los asumieron en su momento, pero asimilaron mejor lo que fue el estallido. De entre todos los discos se escogen “Revolver” o el “White album”, quizás en ellos las letras sean más hondas o estremecedoras.

Por poner como modelo algún relato, el de Care Santos sabe conjugar a la perfección una vida insulsa con la presencia fantasmal de esa Julia que descubre al final, o la indagación de Iban Zaldua sobre lo que hacían los Beatles el día de su nacimiento, que lo lleva a descubrir que el hecho importante lo protagonizó otra banda de los sesenta. En ‘Café Anacrónico’ Miguel Antonio Chávez imagina un cielo en el que los Beatles son la perfecta moda. Son únicamente tres ejemplos, el libro está plagado de tanto encanto como en éstos.

sábado, 22 de enero de 2011

Javier Calvo, sobre las antologías de cuentos

Publicado en 21 enero 2011 por sigueleyendo

JAVIER CALVO

¿Quién sabe cuántos libros colectivos de narrativa se publicaron solamente el año pasado en España? Es difícil saberlo pero estoy convencido de que muchos más de los que nos imaginamos. Hay editoriales como Páginas de espuma o 451 que tienen colecciones enteras dedicadas al libro colectivo de relatos. Lo que pasa, y aquí empieza mi vindicación, es que prácticamente ninguno de estos libros se reseña, la crítica no los quiere ni para limpiarse el culo y muchas veces ni siquiera llegan a las mesas de novedades de narrativa. Con suerte los esconden en algún rincón dedicado a antologías. Esto en general me parece injusto. Hay mil cosas a las que nuestra escena literaria no presta atención con justicia, igual que hay otras muchas a las que presta atención injustamente. Pero aquí va el núcleo de mi vindicación: creo que habría que prestar más atención a los libros colectivos, por mucho que circulen cientos de ellos que dan la razón a sus detractores. A continuación trataré de explicar por qué pienso esto. Para ello dividiré mi vindicación personal en tres partes que se corresponden con tres ejemplos que he preparado.

Ejemplo 1. El caso de Granta en español número 11

Hace unos meses, la mencionada escena literaria española registraba un temblor de pequeña magnitud a raíz de la publicación de Granta en español número 11 y del subsiguiente cruce de artículos entre el inefable Ignacio Echevarría y el director de la revista, Aurelio Major. No vale la pena recordar el contenido de dichos artículos cruzados, porque no es lo importante del caso. Los dos artículos de Echevarría, en Rebelión y El cultural, hay que leerlos entre líneas como la reacción impulsiva del crítico (nostálgico de su parcela perdida de poder cultural) que censura una iniciativa que se ha hecho al margen de él. Esta clase de críticos, de los que podría mencionar a alguno más, simplemente odiarán cualquier cosa que no salga de ellos y en la que no hayan participado, puesto que consideran que la labor de ordenación policial de la escena literaria les compete a ellos solamente. Como mucho, a ellos y a sus amigos. Ahí radica, en mi opinión, una gran parte del problema de libros como Granta en español número 11, al que en adelante llamaré G11, para abreviar.

G11, a todo esto, no es para nada un mal libro. No creo que a nadie se le ocurriera criticarlo si no fuera porque se presenta como una colección de los mejores escritores en español de menos de 35 años. Claro, eso en un contexto como el de la literatura en español, con toda su tradición de amiguismo y envidia poco sana, más el hecho de que hay docenas de países de habla hispana, cada uno con sus particulares rencores y resquemores, es un completo suicidio. Yo imagino que en realidad los editores de la revista ya se imaginaban que se les iban a tirar a la yugular, muy ingenuos debían de ser para no sospecharlo. Los ataques más virulentos, claro está, siempre van a ir dirigidos a la selección de los autores. Cómo se te ocurre poner a éste, cómo se te ocurre no poner al otro, bla, bla.

Como la selección no es abiertamente disparatada, el ataque del amigo Echevarría pasa por alto el contenido en sí del libro, que puede poner cortapisas a su ataque, y se limita a cuestionar la capacidad de los antólogos. La discusión abandona el terreno de la literatura en sí para adentrarse en el de la política literaria, mucho menos interesante. Y el que debería ser el meollo de la cuestión, que es el hecho de que G11 es un libro ameno, divertido, variado y una lectura más que digna para un par o tres de noches, queda olvidado. ¿Es culpa de los antólogos por presentar su libro de forma pretenciosa? Bueno, eso es subjetivo: indebidamente pretencioso o legítimamente ambicioso, cada cual opinará lo que le parezca. Lo que está claro es que jaleos como la Bronca Echevarría-Major derivan en gran medida del impulso “totalizador” del libro. Del hecho de que sus autores se arroguen la capacidad crítica de seleccionar a los mejores de una generación. Imaginen el mismo número de Granta en español presentado como número ordinario, titulado por ejemplo: “Especial ficción en español”. Nadie se habría molestado.

Ejemplo 2: El caso de Mutantes contra Siglo XXI.

Hace un par de años tuvimos en España un caso fascinante (en mi opinión) de dos antologías de tipo totalizador sobre el cuento español enfrentadas entre sí. Es decir, que una (Siglo XXI, la de Fernando Valls) estaba preparada explícitamente como cuestionamiento de la otra (Mutantes, de Juan Francisco Ferré). Es decir, que el mensaje venía a ser algo así como “Tú no tienes ni puta idea de cuáles son los mejores nuevos cuentistas españoles, yo sí que lo sé; son estos. Haced caso de mi antología, no de la de este idiota”.

Fernando Valls ya tiene mucha experiencia en esto de decirnos quiénes son los mejores nuevos cuentistas españoles y quiénes no, por medio de antologías previas como Son cuentos y Los cuentos que cuentan. Aquí, sin embargo, su ejercicio de soslayo de todo el mundo que se acerque a la estética fragmentaria, mutante o afterpop de la primera antología resulta tan chocante como el rechazo de su oponente Ferré de todo lo que huela a realismo español. El caso es que los dos libros, juntos, forman una maravillosa colección de textos. Yo siempre fantaseo con una hipotética edición futura donde se vendan juntos, como dos volúmenes de una misma cosa, tal vez la antología totalizadora más bonita de esta época (hay otra, Pequeñas resistencias, editada por Andrés Neuman para Páginas de Espuma, que tengo entendido que también es muy buena, pero no la he leído).

Pero ¿qué hace que el tándem imaginario Mutantes+Siglo XXI sea tan maravilloso? ¿Es acaso el hecho de que, como tal como prometen sus prólogos totalizadores, reuniría toda la narrativa breve española óptima / prometedora / representativa de su época? Obviamente no. Nadie puede reunirla toda. El impulso totalizador es principalmente un gesto de voluntad nietzcheana de poder. Ya sabemos que toda antología va a presentar siempre una selección cuestionable. Es más, ninguna antología va a satisfacer a dos personas. Siempre habrá quien pensará que deberían haber puesto a tal o a cual. Siempre habrá quien considerará que hay cuentos malos en la antología. Que sobra ésta y que falta aquél otro. Obvio. La única persona a quien satisface una antología totalizadora es al propio antólogo. Su gesto de poder es un gesto narcisista. Mutantes son los relatos reunidos por Ferré y Siglo XXI los relatos reunidos por Valls. Para beneficio de sus propios egos. ¿Y eso está mal? No. En absoluto. No hay nada malo en eso. Sus libros son proyecciones legítimas de sus personalidades respectivas. Los nombres de los autores son como los colores de sus paletas. Con ellos pintan un cuadro.

Pero nuevamente, como ya hemos hecho con Granta, olvidémonos un momento de su voluntad totalitaria. Olvidémonos del prólogo donde nos presentan a “sus” mejores como “los” mejores. Lo que quedan son dos libros estupendos. Un libro de Juan Francisco Ferré y otro de Fernando Valls. Los resultados de sus paletas respectivas. ¿Acaso un buen cuadro tiene todos los colores del mundo? ¿O lo que hace un buen cuadro es el hecho de haber usado “los mejores colores” o “los más representativos? En absoluto. Es más, si eso beneficia paradójicamente al cuadro, hasta pueden tener cabida colores feos, o nada logrados.

Ejemplo 3: Los casos de Matar en Barcelona y 22 escarabajos

En el polo opuesto de la antología totalizadora está, claro, la antología temática. Quién no ha leído unas cuantas de éstas. Relatos de navidad. Relatos sobre la ciudad. Sobre la familia. Madres e hijas. Cuentos eróticos. Cuentos policiales. Cuentos eróticos de navidad. Etcétera. A los escritores nos gusta que nos llamen para esta clase de libros. Nos gusta que cuenten con nosotros. Y luego los textos escritos por encargo los podemos aprovechar para nuestros propios libros de relatos. Todo el mundo gana. El libro suele tener un paso fugaz por la mesa de novedades, no lo reseña nadie y desaparece plácidamente en el olvido de los libros colectivos. Todo el mundo sin excepción considera que las antologías temáticas son un fenómeno anecdótico en la escena literaria, algo sin apenas, una especie de manía rara que tienen algunos editores.

Perdón, he dicho “todo el mundo sin excepción”. Hay una excepción. Yo. De hecho, las dos antologías temáticas de este tercer ejemplo se acercan bastante a lo que yo considero el libro colectivo ideal. Lo cual no quiere decir que me parezcan perfectas ni que me gusten todos los relatos que las componen. Porque no se trata de eso. Lo que las hace, para mí, libros cautivadores, es precisamente lo contrario. Su imperfección. Su condición de reflejos de las personalidades de sus antólogos. En el caso de Matar en Barcelona, la personalidad de la maravillosa hipster profesional y cazadora de talentos de Alpha Decay, Ana Pareja, y en el de 22 escarabajos el magnífico novelista Mario Cuenca Sandoval. Ninguno de los dos ejerce de crítico. El acto crítico / policial ha sido felizmente desligado de la figura del antólogo. Además, tanto Pareja como Cuenca han sabido trascender perfectamente la anécdota de sus temas respectivos (el asesinato / los Beatles) para convertirlos en ricos vórtices de asociaciones que permiten que sus libros hablen, en el primer caso, de los muchos estratos de la violencia social y, en el segundo. del estallido de color y las réplicas infinitas del arte pop que ha transformado la cultura.

Los dos son libros dotados de gran personalidad, el uno macabro y transgresor, el otro psicodélico y alucinado, apoyados en selecciones de autores imperfectas e incompletas pero muy inteligentes. Ambos libros están a la altura de las mejores novedades de narrativa española de sus años respectivos de aparición. Los autores seleccionados funcionan como colores de una paleta. En beneficio del conjunto. Como jugadores de fútbol “al servicio del equipo”. En este sentido, el tema no es una cortapisa a la calidad del libro ni mucho menos. Si el libro está bien pensado, estoy convencido de que el tema puede ser tan específico como se quiera: la familia Manson, la Guerra de Somalia o gente que quema libros de Enrique Vila-Matas. Esta es mi vindicación. Yo mismo fantaseo con ser algún día el autor de un libro colectivo que aspire a este ideal. Crear una obra original y hermosa y extraña usando piezas ajenas. Ser un Pep Guardiola que compone prodigios con la cantera. Crear un menú seductor para una noche de lectura fascinante.

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ANTOLOGÍAS CITADAS:

Granta en español número 11

Siglo XXI, por Fernando Valls

Mutantes, por Juan Francisco Ferré

Pequeñas resistencias, por Andrés Neuman

Matar en Barcelona, por Ana Pareja

22 escarabajos, por Mario Cuenca Sandoval